26.10.05

Cervantino 1/N

Así es, empezó el jueves.
La cita estaba acordada para las nueve de la noche enfente de FIME (Facultad de Ingeniería Mecánica) de la Uni (Universidad Autónoma de Nuevo León). Hubo contratiempos a la hora de ir por Nath ya que el plan estaba saliendo muy al chilazo.
Logramos llegar a su casa al rededor de las 2020 horas y nos quedaban unos comodísimos 40 minutos antes de arrivar a nuestro primer destino.

Lamentablemente con el mal tiempo y las prisas llegamos un poco tarde, pero aún así, mucho antes que el autobús que habría de transportarnos hacia Guanajuato.

La única preocupación, si es que puedo llamarle así porque en verdad a mí no me importaba, era que Nath no tenía separado su lugar, pues se había decidido apenas a acompañarme ese mismo jueves. Ahora bien estamos en México y todo se arregla, y se arregló, subimos aunque nos tocó en los asientos de mero adelante, hasta eso estuvo rebién porque pudimos estirar los pieses muy agusto.

Como era de esperarse la fiesta y la pachanga empezaron de inmediato, mas a falta de alcohol y viandas hubimos de hacer una parada estratégica en una conocidísima tienda de conveniencia, y como no me pagan por patrocinio diré que empieza con 'O' y termina con otra 'O'. Con lo que no contábamos es que un par más de autobuses tuvieron la brillante idea de llegar al mismo establecimiento con uno o dos minutos de diferencia nuestra.

¿Qué sucedió? Pues que había cerca de 40 gentes comprando y haciendo fila en una tienda con apenas 4 cajeros, de los cuales sólo 2 hacían su trabajo. El asalto fue masivo, gente que compraba un gansito y se robaba un six de tkts, algunos como yo, bienportados no usurpamos más que chocolates y chicles; por otro lado la banda fiestera tomaba botellas y cartones y demás alcoholes y pagaba un tercio de todo lo que tomaban de la tienda.

Fue un descaro y claro, como no costó nada, el abuso fue mayor. Tan es así que lamentablemente un par de compañeros viajeros, al no medir su modo de beber, terminaron por ensuciar el piso y dándonos a ver lo que habían comido esa tarde. Fueron cerca de 3 horas de pachanga, seguidas de una hora de limpieza del autobús en otro establecimiento el cual no fue asaltado porque en primera ya no eramos tantos, y en segunda porque ya estabamos todos rolados y cansados y con pendiente de tener otro accidente.

La solución: Un fabuloso, que quitó por completo el poco olor que despedía el menjurge ese, ya que era en su mayoría alcoholo.

Después fue sólo cotorreo leve y suave, previo a una siesta que terminara el viernes al rededor de las 10 de la mañana donde empezó la función de la película "Viaje ácido". ¿Destino? Sólo Dios sabe, y juzguen ustedes por lo que siga en los siguientes posts.

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