6.3.07

Prelunio al JuegoFrío

Mi aventura hacia el centro de la capital para asistir al que espero sea el primero de muchos conciertos del año. Traía de cómplice a mi primazo de mi vidaza, yo me desvelaba platicando con la parketina, la mamá se enfurecía, puesto que a los mayores siempre les parece pérdida de tiempo lo que los niños vemos como el actuar más valioso.

Me tocó irme a preparar maletas a altas horas de la madrugada y con los nervios y mi fabulosa propención a dejar todo a los últimos instantes, hice mi maleta unas 4 horas antes de la salida programada del vuelo. Dormí como 2 horas, me alisté tan veloz como pude y nos lanzamos por mi primiski, se quedó dormido, pero nadie le culpa de nada. Vaya es tan buena persona que un desliz de esos no reducen en nada su enorme calidad de persona. ¡¡¡Pero donde lo vuelva a hacer le arrancamos los ... con el.... y hacemos que se los... por la... completos!!!

No imaginé que los aviones fueran tan veloces, justo a mediodía, estaba en la ciudad de México, atascado en el tráfico de que era preso el metrobus que nos llevaría a Tacubaya. ¡Oh café Tacvba!. Viajamos en metro llegando a nuestro destino gradiash a la amabilidad de la gente sureña. Vaya que los chilangos, de no ser por ese acento espantoso, y ciertas tendencias pejelagartistas, son gente amable.

Teníamos cerca de 6 horas para quemar conociendo la ciudá, el centro siempre es el mejor lugar para visitar y al cabo de unas cuantas canciones de Pedro Fernández, los anuncios de los 100 clásicos en formato mp3 y un sinfín de artículos de venta ambulante llegamos al centro.

Paseamos por callejuelas apretunojeadas de gentes, todos vendiendo o comprando algo, en el flog puse ya algo de estas peripecias, caminamos hasta cansarnos, visitamos museos de afuerita, y entramos a una expo de Juan Soriano.

Los sagrados alimentos nos los embutimos en un parque frente al Palacio de Bellas Artes, hochos y una hamburguesa hawaiana (de doble nacionalidad, ¡y hasta intercontinental!). Después de haber satisfecho el deseo de comer y beber, la siestecita nos sugirió echarnos al pasto en el parque, detracito de la Feria del DIF. En ella se motraban todos los derechos de los ciudadanos y había cientos de concursitos que daban premios. Super familiar el ambiente.

Y córrele que se acercan las seis y no sabemos dónde queda el auditorio nacional... nuevamente valiéndonos de la sapiencia chilanga, dimos con el lugar... había luna casi llena, amarilla semi naranja, tomamos las fotos... y nos dispusimos a entrar.

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