10.10.18

Ostin

Las mil palabras que guardamos en las fotos y videos del viaje dicen mucho, hablan de la perspectiva desde el ángulo de la cámara. Siento incluso que usa un tono frío, inerte y de corazón mecánico. Quizá ahora no llegue a escribir más de mil palabras pero las que sean llevarán el calor de la sangre que hirvió ese día.
Fuimos a Austin para el festival ACL y poder darle a nuestra hija el primer concierto de su vida; lo hicimos igual para nuestro hijo hace dos años para que escuchara a Radiohead en vivo y decidimos que la nena merecía un primer concierto igual de grande: Sir Paul McCartney. Nos gusta la música y la hemos incluído cada que podemos en los momentos importantes; nuestra luna de miel fue en parte para visitar Liverpool y obvio: The Cavern; no es sorpresa si les comento que el segundo nombre de Nena es “Michelle” y podrán deducir de dónde viene la idea.
Con esto en mente era imperativo que consiguiéramos boletos para ver a Paul y poder llevar a Nena para que lo escuchara, así de básica y sencilla era la propuesta; el desarrollo ya contó con más matices que llenarían varios estantes: entradas, visas, permisos, ahorros, habitaciones, casetas, estacionamientos, filas, etc; todo en repetidas ocasiones. Es posible que no lo recuerde, sin embargo nosotros podremos contarle (y lo haremos) del viaje que hicimos para ver a uno de los Beatles en vivo. Sir Paul no decepcionó, a pesar de sus 76 años dio un espectáculo del tamaño de una leyenda viva.
Creo que todo evento memorable cuenta con sus altibajos así pasó esa noche también con las canciones nuevas que no se han medido con la inclemente vara del tiempo; por otro lado las cumbres a las que nos elevó difícilmente hallarán comparación en cualquier otro concierto. Me quedo con 3 momentos inmejorables, de una vibración tan intensa que dudaría fueron reales de no ser por la cámara inanimada que lo presenció todo:
Primero el intro con a Hard day’s night, ambos bebés despiertos y bailando con toda la energía que les quedaba después de un largo día de viaje y festival, super adecuada.
Segundo y quizá el más trascendental de los momentos: Blackbird. Y es que por lo regular en los conciertos bailamos, gritamos y cantamos las canciones que nos emocionan. Blackbird no hizo eso, sino por el contrario una voz quebradiza y algo cansada acompañada de una solitaria guitarra pidieron paso entre miles de asistentes, obtuvieron la solemnidad y respeto que imponen las almas viejas, abarcaron el parque y abatieron el viento con sus notas y letras. Jamás viví un momento de silencio tan grande y atento a oír, escuchar y vivir una canción como ésa:
“Take these broken wings and learn to fly, All your life, you were only waiting to this moment to arise”.
Sublime, nada menos.

El tercer momento grande de la noche fue sin duda “Hey Jude”, el trasfondo de ser una canción de padre a hijo, el que yo pensara que Jude era hija (como Nena) durante mucho tiempo, y que tuviera un coro tan pegajoso se acumuló para quebrarme en dicha cuando oí entre la multitud que mi hija coreaba alegre el “nah nah nah nah”, en palabras llanas: Nena cantó junto a McCartney una canción, con gran agradecimiento a las coincidencias universales estoy convencido que nadie nos quitará ese instante. El festival duró dos días más pero lo más importante está descrito aquí.

1 commento:

jamesfo8376 ha detto...

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