14.9.12

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A inicios del presente mes se celebró en este país el día del trabajo, obvio ¡sin trabajar!, que bueno que no hacemos eso en el día de la cerveza o cosas por el estilo. Como teníamos un día más en el fin de semana, aplicamos la de alejarnos de las ciudades donde vivimos nuestras rutinas, si hablo en plural es porque al llegar a Nueva York, me encontré con mi amigo Rómulo.
Debo reconocer que lo valioso de la escapada era su compañía que ha probado ser valiosa en viajes anteriores. Como la vez que por azares del destino, nos tocó pasear por Orlando: estuve asignado a una ciudad cercana a Lakeland que es donde él vive. Por lo regular mis viajes se mantienen alejados de las actividades programadas por los tours y las selecciones de esas compañías que conocen la ciudad pero no a los viajeros.
Nos transportábamos a todos lados sobre los autobuses de Hop-On Hop-Off que pagamos pa’ los 3 días que estaríamos recorriendo la ciudad, lo que vale de esos buses es cuando uno de esos guías sabe develarte lo que buscas y necesitas en el viaje. Algunos sólo son enciclopedias de datos que olvidas al instante de bajar del autobús y otros tienen el carisma de un huarache al que se le ha roto el soporte que va entre el pulgar y el índice.
Lo que más me gustó de la escapada fue poder la versión de Broadway de “El Rey León” en el Minskoff, la imponente vista desde el Empire State y el cierre solitario que me di al recorrer Central Park. La obra por la indudable similitud con lo que me ha tocado vivir y la lección que olvidé pero estoy reaprendiendo. El edificio por lo emblemático que fue, ya que sigue siendo un ícono de la ciudad y la increíble vista rodeada de mundos de asfalto, metal y cristales, sin contar los millones de personas que se mueven a su alrededor y aún así, en medio de todos, que no se oigan sus vidas allá arriba. Al parque ya me aventuré a ir solo, para descansar y disfrutar del tiempo conmigo, que pareciera nunca me lo doy; ver tantas personas aprovechando el mismo espacio que yo para hacer actividades tan diferentes a la mía me mantuvo entretenido por casi 2 horas, expectante. Cabe destacar que una hora la pasé durmiendo, de li ciosamente sobre el pasto fresco por la leve capa de humedad que lo cubría.
No dudo en que regresaré ahora a conocer el Restaurante de Seinfeld, el puesto del Soup Nazi, el restaurante donde Harry conoció a Sally y uno que otro recoveco alusivo a los filmes y series que tanto me gustan. Y claro, les platicaré la experiencia de vivirlo.

1 commento:

arturosc ha detto...

¡Que bueno que te diste la oportunidad de viajar! Aprovecha lo que tienes cerca y conoce lo más que puedas. Siempre es bueno aprovechar todos esos días feriados de los países extranjeros. Uno nunca sabe donde puede acabar.

¡Saludos!