El Bodorrio de Paco Jones
No tuve oportunidad de acompañar a mi amigo en la celebración religiosa, pero llegué a tiempo para la fiesta en el salón que eligió. Para mí las bodas son algo nuevo, no en el sentido de que pensase que la gente no se casaba antes, sino que ahora son mis amigos los que lo hacen.
Claro, esta es la típica plática que comentas con tus amigos solteros en los bares, los lunes por la noche al ver un partido de americano o los sábados por la tarde en la carne asada. Hoy yo lo comparto con el mundo pues fue una boda con un tinte diferente.
Si de por sí el contraer matrimonio ya es un hecho de sumo respeto, solemnidad y amor, hay quienes optan por hacer algo distinto, imprimirle su sello al concepto y ofrecer a sus invitados (familiares y amigos) un toque que haga sus bodas únicas y memorables. En el caso de mi amigo Paco el toque fue el romanticismo, vaya que casarse no le bastó a este chamaco y se ideó un evento que haría que la misma miel se sintiese empalagada.
No ahondaré en detalles sino en aquéllos breves instantes, puesto que la velada fue casi como cualquier boda, que pusieran cerezas sobre pasteles. A la mitad de la primer pieza, pétalos de rosas rojas que fueran disparados con una especie de pistola, cubrieron la pista cuando la pareja bailaba su primer baile como marido y mujer, una canción cuya letra e intérprete no recuerdo, era "playbackeada" por la esposa de mi amigo. Como si fuese ella quien dirigiese esas palabras a su esposo. Lo más sobresaliente fue que al término del primer waltz (vals) había en el piso un arreglo estratégico de fuegos pirotécnicos, que se encendieron y crearon fuentes de chispas por varios segundos. La misma escena se repitió al término del baile con los padres de cada uno de los recién casados.
El otro momento se dio ha lugar a la mitad de la cena, se oía el inicio de "Por una cabeza" (pieza conocidísima por Al Pacino en la película "Perfume de mujer"). Los novios se acercaron al centro de la pista, se prepararon, los comensales interrumpimos la comida y dirigimos nuestra atención a la feliz pareja, que bailó completo el tango. Paco: ¡Te luciste!
Hubo cualquier detallito que no salió como lo planeado, pero esas cosas conviene callarlas por ser insignificantes y felicitar a Paco y su ahora esposa deseándoles lo mejor en esta nueva etapa que, juntos, sin duda será llevadera y llena de dicha.