El Pirra
De los muchos personajes que he tenido la fortuna de conocer, sin duda el de la menor fortuna (o la mayor fortuna mala) ha sido "El Pirra".
La gente suele caerme bien, hacerme trastadas y perder toda la confianza que puedo llegar a tenerles, algunos nunca la pierden y se convierten en mis amigos, en los mejores y así. Pues hace como una semana me tocó que cierto chamaco que parece afghano (como que no se baña seguido, sin agraviar a los afghanos claro) Se ve desaliñado, malicioso y perverso, su lenguaje es tan florido que podría llenar tres edenes de un soplo.
Claro, no hay que juzgar a la gente, y no hay que hacer mas que analizar sus acciones y después emitir un juicio. Pues la oportunidad se le dió y no sólo la tronó, sino que lo volvió a hacer, ganándose mi tan despreciada antipatía y alto encono secreto.
Resulta que Lydia (la estrellita que ilimina mis últimos días) jugaba apostando sus pesitos en una maquinita, logró hacerse de $50 muy buenos pesos que gastaría en horas de internet, fotologs y minijuegos de "mariobros". Había hecho ya casi todos los planes para sus arcas instantáneas. Ni ella ni yo contábamos con que el Pirra le robaría su monedero mientras ella metía dinero en la tragamonedas. Robar es malo, robarle un dulce a un niño es gravísimo, y robarle sus ganancias a una niñita de 7 años, yo no lo perdono.
No basta un error para que yo tachonee a alguien de malvado, se necesita más... algo como que en un descuido de mi hermana, él haya tomado su celular. Y estuvo tan cerca de robárselo, de no ser porque mi madre, armada de todo el valor y asertividad que una buena madre mexicana puede tener, lo trasculcara en búsqueda del móvil. Su búsqueda fue exitosa, el pirra traía el celular de mi hermana y con una tranquilidad y falsa postura de inocencia dice:
De perdido déme $10 pesos.... Yo me lo encontré¡Habrás he visto!. Además de que roba algo... pide una "recompensa" por la bajeza de su acción, y la pidió en serio... casi se molesta porque no le dimos algo por "encontrar" el teléfono "perdido". Es una lástima conocer gente de esa calaña, sin remordimientos, sin sentido de lo correcto, sin la más mínima intención de cambiar o señal de consciencia. Espero sean los últimos crímenes que me entero que comete en el negocio, porque seguro afuera en las calles, no hay quien le detenga.