21.11.11

Aventura pachucota


Me lancé a la bella airosa con el propósito de ser parte de la “invasión Tigre”. Ya había viajado a otras ciudades para ver al equipazo de mi vidaza jugar fuera del estadio habitual. Esta ocasión era especial por varias razones, de las cuales la principal es que Rob y Adris nunca habían visto al equipo jugar de visitante y era por un partido importante para poder pasar a la semifinal.
De entrada conseguir tour fue complicado, queríamos conseguir los boletos por internet pero hasta para eso se notan los niveles que hay entre los equipos norteños y los de provincia, una desorganización gigantesca por parte del club pachuca nos hizo desistir de conseguirlos nosotros y comenzamos a apuntarnos a los tours.
El que teníamos asegurado no pudo conseguir autobuses y terminamos separando uno justo el día antes de salir al viaje.
La odisea comenzó con la conseguidera de hieleras, seleccionar la ropa pa’l evento y llegar a tiempo al autobús el sábado a las 7 pm. Salimos a las 8.30 y faltando 160 Km’s para llegar a pachuca, el sábado a las 10 am, ¡NOS QUEDAMOS SIN FRENOS!...”¡Agárrense!” gritaba el chofi, “¡a la ver64! ¡agárrense ya les dije!”. Los pocos que iban dormidos a esas horas ya estaban aferrándose a sus asientos con todas sus fuerzas. Yo pensaba en cuál sería la mejor manera de prenderme de los asientos si llegásemos a chocar, ¿a dónde me empujaría el impacto? ¿qué cosas me golpearían al caer al suelo? ¿qué extremidades me lastimaría si saliese volando hacia tal o cual lugar?. Afortunadamente el susto duró sólo un minuto que parecía una hora entera. Entre rezos y plegarias rebasamos a otro camión en una curva para posteriormente tomar una bajada que nos alivió al verla vacía y recta, lo cual indicaba que seguiría una subida y podríamos detenernos. Así sucedió y por el susto al detener el camión, decidimos continuar a pie por un tramo en lo que encontrábamos algún pueblo o central de autobuses para llegar al estadio.
Al cabo de 30 minutos de camino y 20 de espera en el pueblo regresó nuestro autobús con frenos nuevos, nos retrasamos una hora de viaje pero llegamos con bien para disfrutar el juego. Aunque la directiva de pachuca se empeñó en hacer del viaje un suplicio. ¿cómo está eso de que saben que van más de 4 mil aficionados (se rumora que éramos cerca de 8mil) y sólo tienen una puerta (individual) para el acceso? Por si fuera poco, no existían filas ni personal que ayudara a formarlas. Dentro del inmueble la situación estaba peor, la gente entraba a una zona que estaba bardeada de manera parcial con elementos de seguridad, quienes al ver que se llenaba, recorrían las bardas de seguridad para permitir el acceso a más personas; esta operación fue realizada unas 4 veces antes de empezar el partido. Una completa pérdida de tiempo para los aficionados que habían llegado hasta con 4 horas de antelación al encuentro.
Por más que la directiva y encargados del estadio se empecinaran en hacer de esta una jornada tortuosa para la afición felina, les quedaron cortas las artimañas porque todo México pudo constatar que aún a 800 Kilómetros de distancia, la afición felina llena estadios y apoya más que las locales. Hecho que se demostró además en el marcador de 1 a 0 a favor del tigre a pesar de contar con un elemento menos por 30 minutos.

14.11.11

Costumbres y estimaciones de una casa nueva


No sé si sea la falta de contacto diario, la súbita y repentina información, la distancia o el grado de madurez y el clásico “ya estoy grande para eso”; pero algo falló en la realización de mi fiesta de Open House del fin de semana pasado.
Tampoco quiero que crean que fue un fracaso, lo único que no me tiene enteramente feliz es que por primera vez en la vida, sobró cerveza en el evento. Por lo regular hacemos refil a medianoche porque después ya no hay venta. Pero esta vez sobró demasiado.
Supongo que influyó que hubiera concierto de Aerosmith y de Sabina, y que de ahí a mi casa, es una enorme distancia la que hay que recorrer.
Podría ser también que muchos de mis ahora conocidos colaboradores, sean de la onda de “estoy muy grande para ese tipo de eventos”, no los culpo, tuve que dormir cual oso en invierno el pasado domingo para reponerme.
Me siento satisfecho de haber recibido a esos incondicionales que siempre han ido a las fiestas, los que por muy lejos que esté, siguen asistiendo y contándome sus historias, incluso cuando seamos de generaciones distintas. Estoy contento de agregar miembros al club de gente que se queda hasta que amanezca y claro, contentísimo por los aplicados que en verdad me dieron un par de regalos para la casa, ¡son super útiles!.
Aprendí mucho, sobre todo de la importancia de conseguir hiello de barra, de cómo podemos hacer girar el patio con una botella de tequila y que la música tribal es divertida a pesar de ser tan trivial.

10.11.11

Ilustraciones Cervantescas

La última semana de octubre me apliqué para viajar al Festival Internacional Cervantino XXXIX. Creo que es la 5ta vez que voy a ese festival y siempre encuentro algo nuevo, y siempre veo a los mismos mimos y payasos.
En este viaje me acompañó mi primazo de mi vidaza finés y un cuate de la oficina. El plan de uno era conocer porqué hacía yo tanto alboroto de ese festival y el otro quería conquistar mujeres. Eso puso el viaje algo difícil de manejar puesto que los museos y atracciones turísticas como las momias, pasaron a segundo plano. Yo como ya conozco varios de los museos y sus exposiciones no cambian mucho, pues no estaba muy animado por volver a ver la alhóndiga o el iconográfico; mucho menos ahora que no tengo credencial de estudiante y debo pagar por ver las exposiciones.
“Todos los viajes, ilustran” es una frase conocidísima y la creo, la creo porque es cierta y me ha sucedido, si bien no conocí lugares diferentes en esta ocasión, aprendí sobre mí mismo. Quizá no en el mejor sentido filosófico y asceta de la palabra, pero al menos aprendí algo más.
Resulta ser que estando en la fiesta, la primer noche, conocí a muchas personas cuyo nombre no puedo recordar; pero queda en mi mente la hazaña de haber roto mi récord personal de más mujeres con las que he bailado. Increíble que con lo miedoso que soy haya logrado tal hazaña, el cómplice fue el alcohol que siempre tuvo fe en mí. Puede que sea ésta la lección que me dejó el viaje, pero es proyectable a pensarse que no es una dependencia del alcohol como Raj, sino más bien, recapacitar del potencial que hay en la persona y que sólo ocupa una excusa para explotar y crecer. Me pregunto si tendremos todos muchos Rajs temerosos dentro de nosotros mismos y sólo ocupamos placebos para ir más allá. ¿les ha sucedido algo similar?... sé que sí, ¡cuéntenme!