Aventura pachucota
Me lancé a la bella airosa con el propósito de ser parte de la “invasión Tigre”. Ya había viajado a otras ciudades para ver al equipazo de mi vidaza jugar fuera del estadio habitual. Esta ocasión era especial por varias razones, de las cuales la principal es que Rob y Adris nunca habían visto al equipo jugar de visitante y era por un partido importante para poder pasar a la semifinal.
De entrada conseguir tour fue complicado, queríamos conseguir los boletos por internet pero hasta para eso se notan los niveles que hay entre los equipos norteños y los de provincia, una desorganización gigantesca por parte del club pachuca nos hizo desistir de conseguirlos nosotros y comenzamos a apuntarnos a los tours.
El que teníamos asegurado no pudo conseguir autobuses y terminamos separando uno justo el día antes de salir al viaje.
La odisea comenzó con la conseguidera de hieleras, seleccionar la ropa pa’l evento y llegar a tiempo al autobús el sábado a las 7 pm. Salimos a las 8.30 y faltando 160 Km’s para llegar a pachuca, el sábado a las 10 am, ¡NOS QUEDAMOS SIN FRENOS!...”¡Agárrense!” gritaba el chofi, “¡a la ver64! ¡agárrense ya les dije!”. Los pocos que iban dormidos a esas horas ya estaban aferrándose a sus asientos con todas sus fuerzas. Yo pensaba en cuál sería la mejor manera de prenderme de los asientos si llegásemos a chocar, ¿a dónde me empujaría el impacto? ¿qué cosas me golpearían al caer al suelo? ¿qué extremidades me lastimaría si saliese volando hacia tal o cual lugar?. Afortunadamente el susto duró sólo un minuto que parecía una hora entera. Entre rezos y plegarias rebasamos a otro camión en una curva para posteriormente tomar una bajada que nos alivió al verla vacía y recta, lo cual indicaba que seguiría una subida y podríamos detenernos. Así sucedió y por el susto al detener el camión, decidimos continuar a pie por un tramo en lo que encontrábamos algún pueblo o central de autobuses para llegar al estadio.
Al cabo de 30 minutos de camino y 20 de espera en el pueblo regresó nuestro autobús con frenos nuevos, nos retrasamos una hora de viaje pero llegamos con bien para disfrutar el juego. Aunque la directiva de pachuca se empeñó en hacer del viaje un suplicio. ¿cómo está eso de que saben que van más de 4 mil aficionados (se rumora que éramos cerca de 8mil) y sólo tienen una puerta (individual) para el acceso? Por si fuera poco, no existían filas ni personal que ayudara a formarlas. Dentro del inmueble la situación estaba peor, la gente entraba a una zona que estaba bardeada de manera parcial con elementos de seguridad, quienes al ver que se llenaba, recorrían las bardas de seguridad para permitir el acceso a más personas; esta operación fue realizada unas 4 veces antes de empezar el partido. Una completa pérdida de tiempo para los aficionados que habían llegado hasta con 4 horas de antelación al encuentro.
Por más que la directiva y encargados del estadio se empecinaran en hacer de esta una jornada tortuosa para la afición felina, les quedaron cortas las artimañas porque todo México pudo constatar que aún a 800 Kilómetros de distancia, la afición felina llena estadios y apoya más que las locales. Hecho que se demostró además en el marcador de 1 a 0 a favor del tigre a pesar de contar con un elemento menos por 30 minutos.