The Fire Club

Tal como lo leyó ud. No es un club de peleas, esa clase de agresiones sólo va con gente violenta.
Ayer me tocó participar en una reunión de ese club underground.
La primer regla es:
Nunca hables del FireClub.
Y claro que no nos lo tomamos muy en serio, no somos fanáticos. Pero admito que ayer se caldearon los humos.
Fue todo un día de aventura, primero ensambladera de cubito en casa de mi primo. Después fue ida a casa de Rafa a ver unos capítulos de los Caballeros del Zodiaco. Ahí se armó el plan y nos lanzamos a una noche salvaje de fuego en el rancho de ramiro.

La idea nació de los proyectiles caseros que armó Beto. De ahí... no se requería mucho para pensar: ¿Qué pasaría si quemáramos el proyectil?... dado que era una pelota de tenis, la sorpresa fue el ver que resistia mucho tiempo y que era posible jugar con ella, sin quemarse, claro con un poquito de cuidado.

Entonces así mientras esperábamos que salieran las carnes... se lanzaron unos cuantos proyectiles. Después de la espera hamburgueseril, con muchas energías y con los corazones bien contentos, nos dispusimos a empezar una partida de FireBall.
Reímos demasiado con tanto peligro, con hojas secas por doquier, con la pelota que se iba a lugares que no alcanzábamos y podría quemar propiedad ajena; la pelota se iba a la calle y eso también podía perjudicar a inocentes.
De los momentos más memorables fue el ver un balón de futbol y luego verle envuelto en llamas. Todo se antojaba para prenderle fuego... las ideas variaron desde un fireball, firefood, fireshoe, firestone, firecarr, fireranch, firecow.
Creo que la firecow fue la que se llevó las palmas. Y para cerrar con un brochesón de oro, el nacimiento del FireClub. Que se juntará siempre a jugar con bolas de fuego, de varios tamaños... y quemando cuanta materia se atraviese y provea de diversión a estos ociosos piromaníacos vacacionistas.