Creo que los títulos hoy en día abundarán con la palabra posada. Es obvio por las fiestas decembrinas y por la cantidad surreal de fiestas que llevan ese nombre. La de ayer fue igual que todas esas, una fiesta navideña en la que no se cantaron villancicos, no hubo rezo, nadie comió dulces, pero sí hubo tamales, música y alcohol, mucho alcohol.
Y no es queja, sólo uno más de esos comentarios descalificadores que me encanta hacerle a las cosas, fan del lenguaje como soy, no puedo perderme la oportunidad de señalar que esas fiestas son fiestas navideñas (¿? ¡Decembrinas!) y no posadas. Aunque puede que ésta sea una batalla que le perderé al vulgo que insiste en llamar “antros” a los bares, discos, etc.
Volviendo a nuestra fiesta, pues me alegré de ver de nuevo a esos amigos, la familia escogida, de la prepa y que me acompaña durante mucho tiempo. Aunque no vinieron todos, sí se presentaron muchos de los que esperaba ver. El que vino de más lejos fue sin duda Humby pues desde Seattle alcanzó a llegar temprano al evento y fue de los últimos que se fue.
Como en todas las reuniones las despedidas fueron siempre de: volvámos a juntarnos … que sea pronto… hay que hacer algo… etc. Parece que nos lo cumpliremos.
Ayer fue una “posada” más cumplida con el grupo de el lugar, con mucha música, poco baile, mucho humor, una rica cena y la mejor compañía. Nuevamente cumpliendo y superando las expectativas, de aquí creo que seguirá la reunión para la rosca de reyes, y el siguiente año a todas las bodas de los que empiezan a casársenos.